Cuando me pidieron escribir sobre mi experiencia en el “Colegio Las Américas” me emocioné muchísimo porque era una tarea que implicaba recordar todo lo que ahí viví. Nunca pensé que abrir el baúl de los recuerdos haría de esta labor algo sumamente difícil. ¿Cómo poner en palabras tantas memorias? Aún peor, ¿cómo hacerle justicia con un texto a ese lugar que me dio tanto?
Yo tenía casi 6 años cuando llegué al Colegio por primera vez y me faltaba poco para cumplir los 18 cuando me fui. En esos doce años me sucedieron todo tipo de cosas, algunas buenas y otras no tanto, pero definitivamente todas memorables porque hoy no sería la persona que soy sin esos momentos.
Aún recuerdo las ansias con las que esperaba cada año la semana cultural de la escuela porque era la oportunidad que tenía para acercarme a las cosas que más me gustan: el teatro, la lectura, la música. No se me olvidan lo divertidos que fueron los festejos del día del niño y del día del estudiante. Las excursiones que se organizaban a lugares increíbles siempre terminaban siendo inolvidables. Las mañanas deportivas, las posadas, las kermeses, los recreos y hasta los periodos de exámenes siguen apareciéndose en mi mente como buenos recuerdos.
Los profesores que participaron en mi formación académica me dejaron una huella muy profunda. De ellos aprendí no sólo lo que todos esperamos aprender en una escuela: las capitales del mundo, las reglas ortográficas, las partes de la célula, la segunda guerra mundial, la geometría, las partes del cuerpo, etc.; sino también obtuve las herramientas básicas para enfrentar el mundo: respeto y disciplina. Y sobretodo estaré siempre agradecido con los maestros que através de sus clases y forma de ver el mundo me hicieron descubrir el sentido que quería darle a mi vida.
De todo lo bueno que me dejó el haber formado parte de “Colegio Las Américas” definitivamente lo mejor que obtuve fueron los amigos. En los doce años que estudié ahí tuve compañeros excepcionales, personalidades muy particulares que hicieron de la experiencia escolar algo único y eterno y, además, tuve la fortuna de que algunos de ellos se volvieran mis mejores amigos. Hoy, a casi ocho años de haber terminado la prepa, seguimos tan unidos como cuando estudiábamos ahí y eso vale más que cualquier cosa.
Siempre he pensado que uno no es del lugar donde nace sino del lugar en el que se forma. Yo, indudablemente, soy y seré por siempre de Colegio Las Américas.
ALONSO NAVARRO MENDOZA
EXALUMNO
GENERACIÓN 2001-2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario